jueves, 4 de marzo de 2010

De ideas bajo la lluvia


Un vagabundo en posición fetal tiembla de frío a mitad de la acera... a su lado pasan niños que le miran confundidos pues no conocen de una vida así... algunos padres miran con dolor, otros con recelo y hasta enfado. Unos más dejan caer algunas moneditas...

Después, una llovizna comienza a mojar las calles. Gotas cristalinas que acarician a algunos, a otros les pinchan cual agujas que sentencian y fastidian. Ese toquecito minúsculo... pero contundente y agudo.

Detrás de la ventana tomas sorbos de café... miras el universo que hay en cada gota y tremenda sorpresa te llevas al descubrir que cada una es diferente. Prestas atención a la vida de fuera. Algunos disfrutan de la sintonía y jugueteo de las gotitas en sus ropas, otros huyen veloces pero el vagabundo sigue ahí... no se mueve, pareciera que no hay lluvia ni pasos apresurados ni chiquillos brincando dentro de los charcos.

El corazón se encoge cual pasita y a la mente vienen posibles historias de esa vida en las calles y lo que pudo ser antaño. Miras tu café caliente y tus ropas cálidas y limpias. Miras fuera y el contraste es doloroso.

No quieres mirar de nuevo, pero tras unos minutos te armas de valor y te sorprende encontrar que el protagonista de las actuales historias de tu mente está cubierto con una manta que antes no tenía... das vueltas a la cabeza y piensas en las ideas de Tomás Moro en "Utopía".

Pagas la cuenta, sales a la calle y no es dinero, pero sí un chocolate caliente y un bizcocho lo que le entregas a ese hombre cuando te mira después que has llamado su atención fuera de la postura fetal, al posar tu mano cariñosamente -no sabes por qué- sobre su hombro. Temiendo la reacción, te encuentras con unos ojos iluminados y una sonrisa sincera. Te marchas a casa con una calidez desconocida en tu corazón.

Pasan los días y te enteras de un nombre: Pascual.

Pasan las semanas y ya no te inventas historias, las conoces.

Pasan los meses y un lazo, un cariño, dos vidas, una historia nueva...