lunes, 17 de mayo de 2010

De viajes en el Autobús


Es cuando esos nudos en la garganta te sorprenden y recuerdas tantos sentimientos que ya habías olvidado, eras capaz de sentir...

Un anciano camina cabizbajo por la acera y tú en el autobús... imaginas las historias que esos ojos debieron presenciar. El andar es lento pero determinante. Sabe hacia dónde va. ¡Qué triste no saber hacia dónde nos dirigimos y más aún cuando la vida nos ha obsequiado años de experiencias!

En el mismo autobús: Cambia el recorrido, gira en una esquina y el semáforo pilla frente a un colegio. El panorama es tan diferente... ahora un pequeñín de cabellos ensortijados juega sobre la acera y grita feliz mientras su madre le mira entre divertida y angustiada (cuesta tanto controlar a los niños). A esa edad ¿sabemos hacia dónde vamos? Son Papá y Mamá ó los Abuelos... hasta la profesora nos guía al cruzar las calles. Son ellos quienes nos llevan, pero vamos seguros, sin chistar. Sabemos qué caramelos nos gustan y cuáles son las papitas fritas más ricas y crujientes.

¿En qué momento nos perdemos? ¿Qué ocurre en el transcurso del carrito al bastón?

Nostalgia de la edad, sabiduría de los años, paletas de sabor, helados fresquitos, jugos de frutas y los muñequitos coleccionables, fotos amarillas, olor a viejo entre los libros, mirar la estructura del edificio donde sueños se construyeron y se despidieron, unas patatas bravas, cajas de pizza amontonadas y una Lulú-Cola...

¿Tendremos que hacer caso a Lyman Frank Baum y seguir el camino de las losas amarillas? ¿Ó somos nosotros quienes tendremos que pintar las losas?