Hace tiempo (poco màs de un año) alguien me llamò "Cronopio" yo pensè: ¿eehh?
A los pocos dìas me fuè obsequiado el libro: "Historias de Cronopios y Famas" de Julio Cortàzar, a quien alguna vez leì gracias a un buen hombre que sabìa que yo gustaba de leer en mis ratos libres en mis tiempos de colegiala uniformada. (ah! el libro fuè: "El final del juego", me encantò).
Conforme fui leyendo el librito me fui dando cuenta porquè me habìan llamado "Cronopio", en ocasiones me causò gracia, en otras enfado. ¡¡Pero què màs da!!! En estos relatos tambièn se menciona a los "Famas" y a las "Esperanzas" aquì una breve descrpiciòn de cada uno: "los cronopios son unos objetos verdes y húmedos, son unos seres desordenados y tímidos". "Las esperanzas son sedentarias" y en otro lado descritas como "esos microbios relucientes". Los famas, en cambio, son mostrados a través de sus acciones. He aquì un par de relatos referente a los Cronopios. Ustedes hagan su juicio, aunque lo de "pobrecito " no me gusta.
El canto de los cronopios
Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.
Alegría del cronopio
Encuentro de un cronopio y un fama en la liquidación de la tienda La Mondiale.
-Buenas tardes, fama.
Tregua catala espera.
-Cronopio cronopio?
-Cronopio cronopio.
-Hilo?
-Dos, pero uno azul.
El fama considera al cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del cronopio.
-Afuera llueve- dice el cronopio. Todo el cielo.
-No te preocupes- dice el fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.
Y mira el aire, pero no ve ninguna esperanza, y suspira satisfecho. Además le gusta observar la conmovedora alegría del cronopio, que sostiene contra su pecho los hilos -uno azul- y espera ansioso que el fama lo invite a subir a su automóvil.