A tí que sin saber de corazón te arriesgas conmigo, y que pese a distancias, vamos de la mano...Gracias
Caminando por la calle obscura con aroma a humedad escucha los sonidos de los tacones, mira los pies uno detrás del otro, se detiene, mira el poste de la luz, aguza la vista y lucha contra la luz artificial...como si intentara desentrañar un algo que no conoce pero que sabe que existe, quizá sea una locura, ó quizá dentro de la misma locura se encuentre la verdad.
Respira más fuerte y hondo...hace cuentas, no falta mucho. No falta mucho para llegar al día en que habrá un cambio que anhela porque implica un regalo para sí, para enriquecer el alma. Además es un arriesgue, ¿Pero, qué en esta vida no lo es? Desde el momento en que decides con qué ropa te vas a vestir, qué transporte utilizar, otros más importantes como la carrera para estudiar, el empleo, la pareja...Es cuando piensa si en realidad es libre, porque al final siempre se está destinado a decidir algo, siempre. Y si decide no decidir, lo está haciendo también.
Continúa la marcha, los tacones resuenan y el sonido choca contra las paredes, regresa y parece que el rebote hueco le saluda todo el cuerpo, como un murmullo que toca. Vuelve a hacer cuentas...¿De horas? ¿De días? ¿Dinero? Recuerda lo que ha venido pensando desde meses atrás...que la vida se va en un suspiro y ese suspiro puede ser el mejor ó el peor. La incertidumbre de lo venidero es lo que da magia a los días, a los minutos del reloj que no para, suma y suma, avanza y canta...
Cantando siguió, y una lágrima salió, lágrima de gratitud y cariño por esto, donde alguien más participa, lágrima de nervios y de satisfacción consigo por cosas y decisiones que ha venido tomando...hay nuevos aromas, nuevos colores y un amigo entrañable que se ha venido clavando dentro muy dentro...y que seguro perdurará.