jueves, 24 de julio de 2008

De Manecillas...


A tí que sin saber de corazón te arriesgas conmigo, y que pese a distancias, vamos de la mano...Gracias


Caminando por la calle obscura con aroma a humedad escucha los sonidos de los tacones, mira los pies uno detrás del otro, se detiene, mira el poste de la luz, aguza la vista y lucha contra la luz artificial...como si intentara desentrañar un algo que no conoce pero que sabe que existe, quizá sea una locura, ó quizá dentro de la misma locura se encuentre la verdad.


Respira más fuerte y hondo...hace cuentas, no falta mucho. No falta mucho para llegar al día en que habrá un cambio que anhela porque implica un regalo para sí, para enriquecer el alma. Además es un arriesgue, ¿Pero, qué en esta vida no lo es? Desde el momento en que decides con qué ropa te vas a vestir, qué transporte utilizar, otros más importantes como la carrera para estudiar, el empleo, la pareja...Es cuando piensa si en realidad es libre, porque al final siempre se está destinado a decidir algo, siempre. Y si decide no decidir, lo está haciendo también.


Continúa la marcha, los tacones resuenan y el sonido choca contra las paredes, regresa y parece que el rebote hueco le saluda todo el cuerpo, como un murmullo que toca. Vuelve a hacer cuentas...¿De horas? ¿De días? ¿Dinero? Recuerda lo que ha venido pensando desde meses atrás...que la vida se va en un suspiro y ese suspiro puede ser el mejor ó el peor. La incertidumbre de lo venidero es lo que da magia a los días, a los minutos del reloj que no para, suma y suma, avanza y canta...


Cantando siguió, y una lágrima salió, lágrima de gratitud y cariño por esto, donde alguien más participa, lágrima de nervios y de satisfacción consigo por cosas y decisiones que ha venido tomando...hay nuevos aromas, nuevos colores y un amigo entrañable que se ha venido clavando dentro muy dentro...y que seguro perdurará.

lunes, 7 de julio de 2008

De Recordar Cómo Vivir

Fuí al teatro con Miguel el viernes, la puesta en escena que ya había disfrutado antes, (la verdad que no importó, igual me gustó mucho) me hizo recordar y sentir muchas cosas...Mi Colegio cuando niña, los uniformes debajo de las rodillas, lo mal visto que era traer las calcetas abajo, el suéter amarrado a la cintura, las visitas a la Capilla, las reverencias ante El Santísimo, la Comunión, los rezos, los cantos, Ppffff!!!
¡Córtalas! Ahora, ¡Pégalas!, Está quien compra el lunch en la Cooperativa, a quien le envían la torta de huevo ó frijoles (a mí mi Abuelita me enviaba raciones de la comida del día anterior, más mi agua de sabor y mi manzana ó la fruta que hubiere de temporada)...

El transportarme a los tiempos en que cerraba los ojos con tanta devoción y rezaba, rezaba con el corazón, juntaba las manos y de prisa rezaba, más rezaba como quien amaba (alguien había escuchao esta frase?). El tener la certeza que al rezar así, con el alma, se iba a solucionar todo...en realidad mi actitud cambiaba y yo ayudaba a que todo mejorara, ¿Por qué lo dejamos de hacer? ¿Por qué nos enfadamos y olvidamos lo importante? Yo misma lo hago, ayer me lo dijeron y me lo demostraron con un beso en la mejilla.

Saliendo del teatro, mientras caminábamos por Insurgentes, vimos a un vagabundo dispuesto a acurrucarse para pasar la noche fuera de un HSBC, nos pidió dinero, Miguel le obsequió algunas monedas y entonces yo me puse triste...pensé en la infelicidad de ese hombre y Migue me dijo: -Muchos eligen vivir así, algunos no, pero otros sí-.
Y yo no pude evitar el ponerme a pensar sobre ése hombre y su infancia...¿Habrá reído? ¿Tenía Papá, Mamá, Abuelos? ¿También habrá ido a la escuela alguna vez? Sólo sé que yo sí tuve esa dicha y hoy lo recuerdo con tanto cariño que no lo puedo expresar más que con lágrimas, lágrimas de gozo, como lo hice durante la obra al volver a vivir a través de los personajes mis aventuras de niña, porque tuve una infancia feliz, con mis Abuelos, Mis Papás los fines de semana, y las religiosas regañándome por cantar en clase y aventar (sin querer, aclaro) a una niña contra el zaguán del Patio Chico mientras jugábamos a las "trais" (deben ser "las traes", no?), que luego regresaría sin un diente a acusarme con la Madre Margarita.
Hoy lunes sigo recordando, y he decidido firmemente procurar no olvidar, el asombrame, creer y disfrutar.