viernes, 15 de octubre de 2010

De aceras y cigarrillos


Saliste a dar un paseo forzado, detalle que lo deja de convertir en un paseo. La gente se ocupa de lo propio. Es hora de ir por el pan, darse prisa porque los niños salen de la escuela y ¡Dios no permita que me encuentre a Juanita!

Después de cumplir con el objetivo encomendado, seguiste andando y mientras lo hacías, mirabas fijamente al suelo sin reparar en el resto de transeúntes y sus circunstancias, sus miradas, sus anhelos y los pájaros.

Miraste el desgaste de las aceras, las cagadas de los perros e incontables cigarrillos... son los detalles, los vestigios de otras historias y de otros paseos. Algunos circunstanciales, otros predeterminados... Se trata de los días de juego en bicicleta, los pasos apresurados, algún dueño desvergonzado que pasa de sus vecinos y de su barrio y de las quejas de Marujita.

Te recuerdo con una leve brisa que te acaricia la mejilla que te quiero y que no debes tomarte los pequeños detalles tan a pecho. Es mejor apreciar los pequeños grandes regalos. Como ese destello que acabas de ver. Acércate. Sí, una monedita. Son de la suerte, recógela y guárdala contigo ahí en el monedero, al lado de la bolita de papel de la compra y del corazón.


domingo, 15 de agosto de 2010

De regreso cuando ya estás ahí...


El ser humano es caprichoso... siempre anhela aquello que no tiene, y cuando lo tiene, echa de menos aquello que ya ha tenido antes...

Llevo año y medio lejos de mi familia y de mis amigos, en un país donde el lenguaje es casi el mismo, pero donde las costumbres, la cultura, los aromas son tan distintos... En menos de 20 días podré abrazar de nuevo a mis Papás, a mis amigos, tomar tazas de café eternas en Sanborn´s, podré pasear por el centro de la ciudad y llenar mis pulmones con su aire lleno de folclore (folklore, folclor, todas son válidas) de vida, de gente...

Todo suena bien... me ilusiona y desde que tengo mi boleto de avión me despierto por las mañanas con unos nervios que me revuelven las tripas, ¿será la emoción? ¿la materialización de las añoranzas que durante más de un año han revoloteado dentro de mi ser? es sólo que ahora, cada vez que miro a Diego, sé lo mucho que lo voy a extrañar... es para reírse, no? lo tengo conmigo y ya lo echo de menos... y eso que sólo le dejaré de ver durante un mes...

Es un poco como la necesidad que tenemos siempre de independizarnos y salir de casa de nuestros padres y así demostrar que somos capaces de valernos por nosotros mismos. No más horarios, no más reglas, no más "estás bajo mi techo, esto no es hotel" y cosas por el estilo...pero ayer miraba una peli de zombies (malísima por cierto) y todos los supervivientes buscaban volver a "sus casas" no al departamento, no a la casa de la que ya estaban pagando la hipoteca, no. Querían volver a casa de sus padres. Obviamente no tenían hijos ni otras responsabilidades... creo que cuando es así quizá es diferente. No lo sé... quizá en unos años pueda decirlo y despejar esa incógnita para mi misma.

Lo importante pues es: vivir el día y el momento. Ahora mismo vienen las ferias y lo pasaré bien subiendo a los juegos y viendo los ojitos asustados de Diego cuando mira mi emoción por querer emprender una clara aventura suicida y que pese a ello no me arranca temor, sino una sonrisa amplia. Después será abrazar a mis Papis y recorrer de nuevo mis calles, mi ciudad y abrazar a mis amigos... de eso, después para ustedes. Lo prometo ;)

Lo que nos queda a todos como tarea es no perder el "tiempo" pensando en lo que no tenemos, sino valorando lo que hay a nuestro lado y a nuestro alcance. No sabemos cuántos días y noches nos han regalado a cada uno, y por ello, deberíamos exprimirles el mayor jugo posible. La vida es como una naranja... tenemos el jugo, podemos saborear la pulpa y aprovechar la ralladura de la cáscara, sembramos las semillas, las flores del naranjo adornan un tango, la propia cáscara puede ser utilizada también, TODO tiene algo de lo que sacar provecho... incluso las lágrimas... ¡Bebamos del jugo de naranja hasta la última gota!

martes, 8 de junio de 2010

De Esquinas y esos Lugares...


Se cuentan muchas historias... de todo. De duendes, princesas y dragones, de detectives, de estrellas de cine, niñas con los cabellos dorados y otras con caperuzas rojas. La mía es sobre una esquina.

Erase una vez una esquina en la calle de Medellín en la Colonia Roma. Una de las colonias más pintorescas y céntricas de la Ciudad de México. La Colonia Roma representa el afán de un gobierno que deseaba tener en México la infraestructura propia de una ciudad moderna que no tuviera nada que envidiarle a ninguna ciudad europea (lo consiguieron. Caminado por Madrid, siento que estoy en la Roma).Testigo indudable de innumerables acontecimientos, ya que su fundación data del Porfiriato, así que sin temor a errar, es posible asegurar que se ha enterado de las anécdotas más variopintas.

Dicen que para muchos no es más que una esquinita gris que aún no ha sido arreglada desde aquel choque desastroso que la dejó en las lamentables condiciones en que se encuentra ahora. Pero para otros ha sido compañera sin saberlo. Si la gente prestara más atención, se daría cuenta que ahí residen muchos días de ideas mañaneras, ilusiones, planes y temores en el camino rumbo al edificio que espera para trabajar un día más. La que saluda cuando se lleva una bandeja con pancito dulce para desayunar en la ofi con los compañeros, la que miró a dos mejores amigos se dispuestos a comer sushi, sushi de confidencias, risas y lágrimas.

Dicen que fue testigo de cómo un árbol caía encima de un coche de una chica que podría ser la mejor amiga de cualquiera, es aquella que seguro ríe cuando se compran empanadas en el local que le resguarda y después vienen las quejas de las calorías. Partícipe en la consolidación ¡por fin! del sueño imposible de años en un mediodía de Octubre, la que presencia los días de cine, y noches en que la mentira y la infidelidad llaman desde una cabina para decir que "hay trabajo" ó "tragos con unos clientes".

Se cuenta que ha visto amigos encontrarse, amantes amarse, cómo sueños se materializan y otros más se esfuman cual vapor. Risitas inquietas de niños con juguetes prometidos, videojuegos novedosos ó una simple pero poderosa choco-malteada. Solidaria ante el dolor de los corazones rotos y las dudas de quien se confundió. Ejecutivos con planes y estrategias intercambian opiniones mientras aguardan el verde del semáforo. Determinación en las pisadas de quien va al cajero en quincena... punto de encuentro en fines de semana y tazas de café eternos, amigas dispuestas a departir mientras disfrutan de ensaladas ó comida cantonesa para acompañar las mejores anécdotas, camino a celebraciones de cumpleaños, a la cita con el dentista, rumbo a finales de ciclos, despedidas de manos agitándose emocionadas para quien se sube al micro, quien toma un taxi, quien viaja en su coche...

Dicen por ahí que es más que una historia, dicen que existe... se dice que si algún día estás en la Colonia Roma, busques la calle de Medellín esquina con Chiapas, y cuando llegues a la esquina, pares sobre ella y disfrutes los segundos antes de cruzar, así serás partícipe del legado de ese trocito de acera...

A mi México Lindo y a todos quienes han estado conmigo en alguna esquinita...

lunes, 17 de mayo de 2010

De viajes en el Autobús


Es cuando esos nudos en la garganta te sorprenden y recuerdas tantos sentimientos que ya habías olvidado, eras capaz de sentir...

Un anciano camina cabizbajo por la acera y tú en el autobús... imaginas las historias que esos ojos debieron presenciar. El andar es lento pero determinante. Sabe hacia dónde va. ¡Qué triste no saber hacia dónde nos dirigimos y más aún cuando la vida nos ha obsequiado años de experiencias!

En el mismo autobús: Cambia el recorrido, gira en una esquina y el semáforo pilla frente a un colegio. El panorama es tan diferente... ahora un pequeñín de cabellos ensortijados juega sobre la acera y grita feliz mientras su madre le mira entre divertida y angustiada (cuesta tanto controlar a los niños). A esa edad ¿sabemos hacia dónde vamos? Son Papá y Mamá ó los Abuelos... hasta la profesora nos guía al cruzar las calles. Son ellos quienes nos llevan, pero vamos seguros, sin chistar. Sabemos qué caramelos nos gustan y cuáles son las papitas fritas más ricas y crujientes.

¿En qué momento nos perdemos? ¿Qué ocurre en el transcurso del carrito al bastón?

Nostalgia de la edad, sabiduría de los años, paletas de sabor, helados fresquitos, jugos de frutas y los muñequitos coleccionables, fotos amarillas, olor a viejo entre los libros, mirar la estructura del edificio donde sueños se construyeron y se despidieron, unas patatas bravas, cajas de pizza amontonadas y una Lulú-Cola...

¿Tendremos que hacer caso a Lyman Frank Baum y seguir el camino de las losas amarillas? ¿Ó somos nosotros quienes tendremos que pintar las losas?


jueves, 4 de marzo de 2010

De ideas bajo la lluvia


Un vagabundo en posición fetal tiembla de frío a mitad de la acera... a su lado pasan niños que le miran confundidos pues no conocen de una vida así... algunos padres miran con dolor, otros con recelo y hasta enfado. Unos más dejan caer algunas moneditas...

Después, una llovizna comienza a mojar las calles. Gotas cristalinas que acarician a algunos, a otros les pinchan cual agujas que sentencian y fastidian. Ese toquecito minúsculo... pero contundente y agudo.

Detrás de la ventana tomas sorbos de café... miras el universo que hay en cada gota y tremenda sorpresa te llevas al descubrir que cada una es diferente. Prestas atención a la vida de fuera. Algunos disfrutan de la sintonía y jugueteo de las gotitas en sus ropas, otros huyen veloces pero el vagabundo sigue ahí... no se mueve, pareciera que no hay lluvia ni pasos apresurados ni chiquillos brincando dentro de los charcos.

El corazón se encoge cual pasita y a la mente vienen posibles historias de esa vida en las calles y lo que pudo ser antaño. Miras tu café caliente y tus ropas cálidas y limpias. Miras fuera y el contraste es doloroso.

No quieres mirar de nuevo, pero tras unos minutos te armas de valor y te sorprende encontrar que el protagonista de las actuales historias de tu mente está cubierto con una manta que antes no tenía... das vueltas a la cabeza y piensas en las ideas de Tomás Moro en "Utopía".

Pagas la cuenta, sales a la calle y no es dinero, pero sí un chocolate caliente y un bizcocho lo que le entregas a ese hombre cuando te mira después que has llamado su atención fuera de la postura fetal, al posar tu mano cariñosamente -no sabes por qué- sobre su hombro. Temiendo la reacción, te encuentras con unos ojos iluminados y una sonrisa sincera. Te marchas a casa con una calidez desconocida en tu corazón.

Pasan los días y te enteras de un nombre: Pascual.

Pasan las semanas y ya no te inventas historias, las conoces.

Pasan los meses y un lazo, un cariño, dos vidas, una historia nueva...




martes, 23 de febrero de 2010

De recuerdos en el baño...

Cuando era pequeño... muy pequeño... recuerdo que siempre junto a mi cama cerraba las manos y de prisa rezaba,más rezaba como quien amaba. Las Aves Marías yo rezaba, y siempre comía unas palabras...

Después fui creciendo y eché en el olvido mis oraciones, llegaba a mi casa disgustado y cansado y de hablarte nunca me acordaba...

Y el estribillo decía algo así: "Ave María de mi señor, el tiempo pasa, no vuelve atrás, siento nostalgia de aquellos días cuando dormía pensando en ti..."

Hoy siento nostalgia más que nunca, pero quizá menos de la que pueda llegar a ser después... recuerdo mis noches mirando a las estrellas y hablando con El. La Fe que puede albergar el corazón de un niño es preciosa, es gigante, no conoce los límites.

Recordé este estribillo ayer cuando me lavaba las manos en el baño, no sé por qué... abrí la ventana y miré la lluvia que caía, me di cuenta que pese a que la miraba caer entre edificios, era hermosa y que encierra una magia y determinación al caer, que muchos ya no nos atrevemos a apreciar por la edad y las preocupaciones de una vida "más adulta y responsable".

¿En qué momento dejamos de rezar? ¿Dejamos de creer? ¿Qué día fue ése en el que me desperté y ya no me ocupé de dedicarle un tiempo de reflexión a mi alma? Después de rezar seguía ponerme el uniforme y desayunar lo que había preparado mi Abuelita ó prepararme para un sábado en el zoológico con mis Papás... Hoy me despierto y pienso en números... ¿Por qué? ¿Puede cambiar? Los números seguirán, seguro, ¿Pero puedo hacer que vuelva la curita de mi alma?

"Hoy llego a mi casa disgustado y cansado, pero rezo como ayer rezaba" Así termina la canción.

lunes, 1 de febrero de 2010

Detrás del Cristal


Supe de tangos y una fiesta particular. Supe de voces, sonrisas y notas. Supe de bailes, llantos y suspiros.

Albergando un palpitar, sintiendo un empujón interno, mi alma voló. Llegó detrás de los cristales y miró cautelosa. La familia cenaba sonriente. Uno parecía no compartir el entusiasmo por las tradicionales viandas, quizá por ello la mueca de desaprobación; como todos los chicos de su edad.

Mientras sentía el calor del sorbo de café recorriendo mi interior, los ojos cerré, y una chispita de vida pugnando por salir. "¿Por qué me encierras?" -Le ignoré- volví detrás de los cristales y un halo de incertidumbre me nubló la vista, esforcé la mirada, pero no conseguí ver. Tal y como cuando alguien se despierta y lucha por abrir bien los ojos, pero el cuerpo cansado, ó la pereza de volver a la rutina tiran de ti hacia las sábanas y te envuelven consiguiendo que te fundas entre ellas y los cabellos finalmente desaparecen entre la almohada.

Parece lo mejor, es cómodo y te invita a embriagarte de descanso. Pero cuando inevitablemente se vuelve a la vida consciente, duele la cabeza y el remordimiento de haber abusado y no haber sido productivo te persiguen cual jauría.

Detrás del cristal consigo mirar de nuevo y las viandas se han terminado, la mesa vacía y algunas miguitas... ¿y las risas y anécdotas que acompañaron el momento? ¿la sonrisa ante la gula del postre?...

Detrás del cristal entiendo... para dejar miguitas hay que disfrutar del bizcocho y nada mejor como hacerlo acompañado de quienes se quiere...

sábado, 9 de enero de 2010

De Despertares

Después de unas fiestas decembrinas diferentes y nuevas, es inevitable sentarse a reflexionar cuando se asoma por la venta el Año Nuevo... aunque este planteamiento deberíamos hacerlo del diario, ya que cada día es una oportunidad nueva y única. Cada día es nuevo.

Sentada aquí en un sofá con dos gatitas dormidas en mi regazo y hechas bolita por el frío, pienso que ahora mismo mis amigos (los que no están de parranda) están durmiendo, mis Papis y mis hermanos, también. Justo ahora me duele la pancita y mi más grande ilusión es que se me pase el malestar para poder terminar de leer tranquilamente uno de los libros que me regalaron por Navidad, bostezar como león y seguir haciendo planes para los días que se avecinan, mismos que me llevarán de la mano a reencontrarme con mi familia y amigos en un futuro no muy lejano.

Esta compilación de días, la cual originalmente nombramos: Año 2009, me dejó muchas satisfacciones en muchos niveles. Me regalé la oportunidad de probarme en un lugar diferente, en medio de una cultura diferente.  Tengo alumnos que día a día me regalan experiencias, anécdotas, sonrisas y también, claro: Unos Ferrero Rocher deliciosos que venían con unos jaboncitos de lo más lindos, que me dieron dos de mis alumnos más pequeños: Dani y Alba (eso, sin contar las deliciosas torrijas que preparó su Papá en nuestra última lección del año, Slurp!).

La distancia no es obstáculo cuando el corazón es sincero y las sonrisas... Mi Papi y mi Hermanito bajaron de un avión e igual lo abordaron de vuelta... en unos meses seré yo quien lo haga para abrazarles de nuevo.

Hoy me desperté con náuseas y dolor de barriga, mañana será otro día y el que sigue y el que sigue... cada uno mejor que el anterior, aunque a veces no lo parezca, pero así funciona.

Que cada día sea como el día de Año Nuevo, lleno de energía, planes, ilusión, proyectos y sonrisas. Claro, la nostalgia también juega, por ello hay que hacer y decir todo a quien podamos ya que hoy podemos. Yo tengo pendientes muy claros... ¿y tú?