sábado, 16 de agosto de 2008

De Una No Invitada Inesperada

¿Te ha pasado? Vas en el transporte público y de repente la sonrisa escurridiza se asoma para saludar tu rostro, miras hacia abajo y ahí sigue, no se quiere ir. Meneas la cabeza y te muerdes los labios para no soltar una sonora carcajada. Y es que piensas en lo ridículo que te ves, pero no importa, el reír siempre genera bienestar y en ocasiones algún otro usuario la puede compartir (porque es contagiosa, sí señor) pues seguramente en algún momento le ha pasado igual.

Son de esas emociones que te generan latidos estrepitosos, te abren más los ojos y te ilustran más que al resto que tiene la mismita capacidad, es tan sólo que no le prestan atención por buscar que alguien más les de atención. Qué infortunio.

Entre apretujones, aromas dulcísimos que marean, el sopor provocado por el calorcito ése que desprende el cuerpo humano y hace de cada viaje un sauna, el cuidar de soslayo que el niño de al lado no vaya a derramar el cartón de leche sobre nuestra vestimenta, el sonido tronado del chicle groseramente mascado, el repertorio de cumbias y banda que generosamente comparte gratuitos algún otro usuario desde su ipod a todo volúmen, los enfrenones bruscos, los pisotones y las miradas insistentes e indiscretas, ¿Qué crees? Pues que la sonrisa persiste. Ahí está, mírala, siéntela, disfrútala. Deberías invitarla más a menudo. Es una pilla porque no es nadita discreta, pero es como la pequeñita traviesa que ventila alguna costumbre de la madre que ésta no suele compartir en sociedad; y sin embargo, sigue siendo adorable y bien recibida, hasta le piden más. (Ahora que recuerdo, pobre de mi Madre).

Pues ahí la tienes, invítala más a menudo. La gente que viaja contigo en el transporte ó que queda al lado tuyo cuando el semáforo viste de rojo no te conoce, y si sí, seguro que les dará gusto verte alegre. Yo no la he invitado, me ha asaltado cuando menos lo espero (sí, en el transporte cuidàndome del cartón de leche de un niño) y se trata de una visita no invitada pero bien recibida. A veces tiene nombre ó nombres ¿La tuya? La mía sí.

Y así bajé del transporte público, y entonces la calle, crucé por dentro de Sanborns, le huí al chico que me mira insistente y casi me tropiezo en el área de discos (típico), $4.50 para mi barrita de avena, el saludo al policía, el elevador, 1er piso y una sonrisa constante que te invito a que invites =)

miércoles, 6 de agosto de 2008

De La Estrella y Una Luna


Siempre en el corazón, en las noches una estrella, de día un pandita de plástico sobre la TV


Y era como una campanilla que tintineaba en dirección a la Luna. Papá, -dijo- ¿Crees que algún día me pueda parar ahí y enviar un beso a tu frente antes de dormir?, él le respondió, "Sólo necesitas desearlo y lo conseguirás, pero no me envíes besos antes que yo a ti" En ese entonces no comprendió, pero respondió: "Está bien".

Los años pasaron y así muchas lunas, noches de estrellas sonrientes y polvos cósmicos acompañaron a las serenatas de grillos. Sonidos de hojitas distraídas que yacían sobre el pasto húmedo y los pasitos de las hormiguitas cadenciosas y veloces. De a poco, fueron quedando en el olvido las noches de manos juntas y ojos cerrados, quizá algo tuvo que ver la repentina ausencia del café con leche calientito de la Abuela.

Una historia en alguna revista vieja, de ésas que ya desprenden un aroma bastante particular, pero tibio para el alma, le hizo recordar. Y miró a la Luna, y no era ella, y no era el Padre, pero sí la ilusión de la noche que acoge y abraza, abraza fuerte, trae de vuelta los aromas de leche calientita, las sonrisas, las ganas tan fuertes de esas reuniones de risas y anécdotas de familia, para luego las manos juntas y los ojos cerrados al pie de la cama...

Hoy la Luna sigue esperando que se pose sobre ella para enviar el beso en la frente, pero al lado de la Luna se mira una estrella que brilla muy fuerte, y parece que guarda a la Luna, la cuida y le sonríe con ese fulgor tan vivaracho que parecen sonrisas dibujadas por unos labios añejos y amorosos. Los mismos que dieron el primer beso en la frente a una Centella que quiere ser Luna y aguarda a llegar algún día luego de suspiros plenos junto a La Estrella que le guarda a lo lejos.