viernes, 15 de octubre de 2010

De aceras y cigarrillos


Saliste a dar un paseo forzado, detalle que lo deja de convertir en un paseo. La gente se ocupa de lo propio. Es hora de ir por el pan, darse prisa porque los niños salen de la escuela y ¡Dios no permita que me encuentre a Juanita!

Después de cumplir con el objetivo encomendado, seguiste andando y mientras lo hacías, mirabas fijamente al suelo sin reparar en el resto de transeúntes y sus circunstancias, sus miradas, sus anhelos y los pájaros.

Miraste el desgaste de las aceras, las cagadas de los perros e incontables cigarrillos... son los detalles, los vestigios de otras historias y de otros paseos. Algunos circunstanciales, otros predeterminados... Se trata de los días de juego en bicicleta, los pasos apresurados, algún dueño desvergonzado que pasa de sus vecinos y de su barrio y de las quejas de Marujita.

Te recuerdo con una leve brisa que te acaricia la mejilla que te quiero y que no debes tomarte los pequeños detalles tan a pecho. Es mejor apreciar los pequeños grandes regalos. Como ese destello que acabas de ver. Acércate. Sí, una monedita. Son de la suerte, recógela y guárdala contigo ahí en el monedero, al lado de la bolita de papel de la compra y del corazón.